“Trabaja por España. Los sindicatos echan un pulso al
Gobierno con una huelga general que pone en riesgo la imagen de nuestro país en
un momento crítico, con más de 5 millones de parados”. Esta era la portada de
hoy, 29 de Marzo de 2012, del periódico La Razón sobre la Huelga General del
mismo día.
Para empezar deberíamos saber el porqué de estas huelgas
y manifestaciones en España, cada vez más frecuentes. Tal y como
escuchamos día a día en los medios, vivimos en un país con más de cinco
millones de parados, de un total aproximado de cuarenta y siete millones de
habitantes. Nada más que por esta razón son más que comprensibles las rebeliones
del pueblo. Pero es que no es eso lo único que ocurre. Uno de los grandes
problemas (por no decir el mayor) es el desequilibrio en la economía, el
desequilibrio del reparto de la riqueza. Y no sólo hablo de España, sino del
mundo entero. Esto es lo que provoca el capitalismo en que vivimos, una jerarquía que nos
diferencia a los unos de los otros dependiendo de nuestras ganancias. Y esa
jerarquía se ve reflejada en todos los niveles: tanto a nivel mundial (entre
unos países y otros) como a nivel personal. No hay más que ver las grandes
fortunas del planeta y cómo una sola persona tiene más patrimonio y poder que
muchos millones de personas que muy probablemente hayan trabajado más que él o
ella. Y si al menos supieran manejar de una mejor manera lo que tienen.
Supongo que conocerán ustedes al señor Amancio Ortega, el
importantísimo empresario español fundador de Inditex. Es la mayor fortuna del
país, la segunda de Europa y la quinta del mundo, con unos 37500 millones de
dólares. España tiene un PIB de unos 1395421 millones de dólares y un PIB per
cápita de 29595 dólares, y Amancio Ortega con nada más y nada menos que 37500
millones de dólares. Y no es el único ni el que más. No quiero decir que este
señor no haya trabajado como para tener un poder y un patrimonio relativamente
alto, pero, ¿37500 millones de dólares? Y al menos Amancio es transparente con sus cuentas y sabemos los millones que tiene o deja de tener, pero si supiéramos la cantidad de dinero que se mueve sin nuestro consentimiento. ¿Y qué ocurrirá con ese dinero cuando él muera? Esa fortuna se la quedará quien él decida, y muy posiblemente quien él decida no se merecerá tener tanto en su poder ni lo administrará como es debido. Si ya me parece demasiado para alguien que se lo ha ganado, imagínense para alguien que no. Nunca debimos dejar que una sola persona llegara a tener tanto dinero. Y hay tantos casos como éste, tantas personas con tantos miles de millones... Amancio se dedica a la industria textil, pero, ¿y esos importantes banqueros que además nos han introducido (con ayuda de unos cuantos más) en la crisis en la que ahora estamos? Podría ponerme a hablar quizás del señor Emilio Botín, pero supongo que sabrán ustedes suficiente sobre él y su banco y su fortuna. O podría ponerme a hablar de las hermanas Koplowitz. Herencias por doquier. Ricos con miles de millones por doquier.
Y cada vez acumulan más. Más y más. Y mientras tanto,
el resto de las personas que no son “peces gordos” se acercan más a la pobreza. Los ricos son cada vez más ricos y los
pobres cada vez más pobres. Es verdaderamente increíble el poder que tienen unos
pocos sobre tantos y tantos millones de personas. O mejor dicho, el poder que
nosotros les damos. No son absolutamente nada sin nosotros.
Y lo peor de todo es que aún quieren más. No les basta con
tener el poder suficiente como para elegir por nosotros (lo que compramos, lo
que vemos, lo que oímos…) sino que quieren más, mucho más. Y al mismo tiempo
hay gente, La Razón es el ejemplo, que ve estas rebeliones que muchos
realizamos como un pulso al Gobierno. Nosotros mismos somos (o al menos
deberíamos ser) el Gobierno, y nosotros deberíamos elegir lo que queremos y lo
que no. Puede que sea inevitable el hecho de que siempre haya gente más rica y
gente más pobre, siempre habrá quien haga más y quien haga menos, pero esto se nos ha escapado de las manos. Tanto es
inaceptable.
El pueblo cada vez se conciencia más de lo que quiere y lo
que no. De lo que se debería dejar pasar y lo que no. Y es que hace ya tiempo
que debía pararse esto. Muchos no lo han visto aún, pero hasta los que en el
mundo occidental vivimos estamos siendo esclavos. Esclavos de unos pocos que
dirigen nuestra vida sin que nos demos cuenta. Luchemos por lo que es nuestro,
por lo que queremos, y no dejemos más ser gobernados de esta manera, donde
somos títeres y nos manejan como quieren, donde dos o tres eligen por nosotros
sin que ni siquiera nos demos cuenta, donde nos venden libertad y nos dan lo
que ellos prefieren, donde hemos llegado sin apenas percatarnos a una nueva dictadura:
la dictadura de los ricos.
J. Iván Jiménez Oliva, 29 de Marzo de 2012.